París, Francia. 27 de noviembre de 1830.
La Madre de Dios se apareció a Santa Catalina Labouré y le pidió acuñar una medalla, para que quién la llevase con fe, recibiese abundantes gracias. La Virgen María se halla sobre un globo terráqueo, aplastando con su pie a la serpiente, proclamando que Satanás, no tiene poder sobre Ella. Con los brazos extendidos y las palmas hacia abajo, aparecen en sus dedos, anillos con piedras preciosas de diferentes colores, de los que brotan rayos de luz. Es la imagen de las gracias que derrama, sobre quienes se las piden con confianza y piedad. Y aquellos anillos de los cuales no brotan rayos de luz, son la imagen de los que se olvidan de pedirlas. Sobre su cabeza, aparecen doce estrellas, que simbolizan a la Iglesia, edificada sobre los doce apóstoles y que también representan a las Doce Tribus de Israel, que reúnen a todas las naciones.