¿A quién no le gustaría haber podido coger en brazos al niñito Jesús para besarlo y abrazarlo?

Adorarle como hicieron los pastorcitos aquella noche… ¡A nosotros los primeros!

Así que hemos pensado hacer este cojín blandito y suave para poder adentrarnos en este gran y tierno misterio de la Navidad donde celebramos lo más tierno del mundo, el Nacimiento de un bebé, pero uno muy especial el que nos Salvó!!! Podemos ver el rostro del niño dormido dulcemente, arropado con un manto muy especial: el velo de la Virgen María, basado en la reliquia original del manto que se conserva en la Básilica de Santa Anastacia en Roma.

Y nos sigue salvando cada día porque es nuestro Dios.

Lo acompaña una estampa con la Coronilla de la divina infancia de Jesús.